Fernando Fischmann

5 claves para entender el impacto real de la pandemia en el ecosistema emprendedor

9 Julio, 2020 / Artículos

Nos encontramos frente a un contexto sin precedentes en la historia de la humanidad: el cisne negro del COVID-19 sacudió al mundo, cambió las variables y las prioridades tanto a nivel mundial como individual.

Los emprendedores y las pymes se ven sumamente afectados y es importante entender en profundidad cuáles son sus principales obstáculos y preocupaciones con el fin de estar aún más cerca y proponer acciones de apoyo. Precisamente por eso, desde la Asociación de Emprendedores de Argentina en conjunto con la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica lanzamos una encuesta que fue respondida por emprendedores argentinos y de toda la región entre marzo y abril.

Comparto cinco aprendizajes y aproximaciones para reflexionar juntos sobre qué tan extensivo es el impacto de esta crisis económica y sanitaria para el ecosistema:

1. El combustible es limitado

Según los resultados de la encuesta, la baja en las ventas y la dificultad de cobranza frente a una cadena de pagos a punto de quebrarse ocupan un lugar preponderante en las preocupaciones de los emprendedores y las pymes de la región. La imposibilidad de proyectar acuerdos futuros, además, afecta particularmente a las empresas con un modelo de negocio B2C, cuyo consumidor final son clientes.

A su vez, el levantamiento de capital se encuentra restringido. De acuerdo a un reporte del Fondo Monetario Internacional, nos encontramos frente a la peor recesión económica mundial en 90 años: gran parte de los fondos de capital de riesgo se encuentran enfocados en sostener y promover su propio portfolio. E incluso con el respaldo de un fondo, resultará difícil lograr la inversión posterior en el mismo emprendimiento.

Todas estas circunstancias hacen que sea fundamental contar con cashflow o dinero en caja; y muchos emprendedores se han visto obligados a recortar las horas de freelancers, agencias, colaboradores y hasta del propio personal. Aquellas startups cuyo modelo de negocios requieren un gasto mensual elevado antes de lograr la rentabilidad -conocido como burn rate y usual en las ecommerce- también tuvieron que generar recortes. Para sobrevivir, algunas debieron incluso reinventarse y pivotar su propuesta de valor.

2. La carga tributaria se hace más pesada

Los emprendedores argentinos evidencian una marcada dificultad en cuanto al pago de impuestos: de acuerdo a la encuesta, esta dificultad es un 19% superior respecto al resto de los emprendedores de la región.

No resulta llamativo, ya que la Argentina es uno de los países con mayor carga impositiva de Latinoamérica. Nos encontramos aquí frente a una deuda pendiente a nivel local: la reforma tributaria para evitar la asfixia de los emprendedores y pymes. Esta deuda cobra especial relevancia si consideramos que, de acuerdo a la encuesta, el tiempo promedio de vida de un emprendimiento en el contexto actual es de 40 días.

3. La importancia de las medidas sistémicas

En la Argentina, por ejemplo, el gobierno nacional anunció diversas medidas plausibles a corto plazo, como los créditos a monotributistas, pymes y emprendedores y el subsidio al 50% de los salarios del sector privado.

Aún así, resulta necesario tener una visión integral en cuanto a su abordaje y ejecución, considerando el largo plazo. Será vital sostener a los emprendedores y lograr el nacimiento de nuevas empresas a partir del primer día posterior a la cuarentena y, en este sentido, necesitamos dotar a los que llevan la iniciativa privada del vehículo apropiado.

Aquí es donde nos encontramos en un punto crítico: desde 2017, en la Argentina se crearon más de 30.000 Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) que hoy experimentan altos costos burocráticos y monetarios innecesarios. Es fundamental quitar las fricciones del medio, porque son estas empresas las que tienen el potencial de generar tanto empleo como desarrollo económico y social una vez que la pandemia pase.

4. Transformación digital de la noche a la mañana

Según la famosa teoría de Geoffrey Moore sobre la adopción de nuevas tecnologías, el ciclo de vida que sufre un producto o servicio cuando es lanzado al mercado tiene cinco etapas marcadas: comienzan los innovadores, seguidos por los visionarios o early adopters. Más tarde, el producto en cuestión alcanza a la mayoría temprana, luego a la mayoría tardía y, finalmente, llega a los escépticos o rezagados.

A menudo, un producto escala cuando alcanza la mayoría temprana o tardía. Sin embargo, la pandemia trajo una adopción sin precedentes de productos, servicios y soluciones tecnológicas bajo ciclos significativamente más cortos de tiempo: hablamos de dos o tres meses cuando usualmente tardarían dos o tres años. La nueva normalidad es ahora contactless, requiere una mayor eficiencia en los servicios de delivery y propone a Zoom como herramienta de uso masificado.

Por supuesto, esta transformación digital tan rápida y repentina trajo consigo una transformación cultural muy profunda, frente a la cual no todas las pymes se encontraban preparadas. Una transformación en términos de trabajo remoto y regeneración de la propuesta de valor, por nombrar algunos ejemplos. El COVID-19 impuso la aceleración hacia la adaptación, la resiliencia y el foco.

5. Pensar más en el triple impacto: económico, social y ambiental

La pandemia también hizo visible un punto clave: restaban 10 años para generar las acciones y esfuerzos colectivos como humanidad para aplanar la curva del cambio climático.

El contexto actual nos ha vuelto más humanos que nunca y, aún con el shock de adopción tecnológica, nos forzó a ser empáticos. En ese marco, podemos ver varios casos de emprendedores readaptándose e incorporando el concepto de impacto social y ambiental a sus propuestas de valor. Esperemos que sea el comienzo de un liderazgo más humano y responsable del impacto que las empresas producen con sus operaciones diarias.

Sin dudas, la innovación, la tecnología, el emprendimiento y la empatía serán los vectores de desarrollo tras la pandemia. Por eso, debemos comprometer a todos los actores de la sociedad civil organizada, la academia, las empresas establecidas y el sector público para aligerar las cargas y fricciones a nivel regulatorio, tributario y de narrativa de “éxito”. Solo así podremos dotar de herramientas, conocimientos y oportunidad a esta nueva generación de emprendedores que traerá el desarrollo que necesitamos a nivel local y regional.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

Entrepreneur.com

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