Fernando Fischmann

La ciencia se acerca a la creación de la vida en un laboratorio

11 Julio, 2019 / Artículos

En nuestro planeta hay unas 4.200 religiones, todas ellas diferentes e incompatibles entre sí, así que todo el mundo es ateo de alguna manera. Una persona que cree firmemente en una religión no se traga las otras 4.199. El Corán asegura que Alá creó todos los seres vivos a partir de agua. El Dios de la Biblia dice: “¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes y reptiles, según su especie!”. Y, según un mito del hinduismo, el primer ser viviente, el dios Brahmá, brotó de una flor de loto. Los científicos, mientras tanto, acaban de dar otro paso esencial para averiguar cómo se creó realmente la vida y para recrear este proceso en el laboratorio. “Sería la prueba definitiva de que la vida emerge de la química y de que no hace falta recurrir a ninguna fuerza sobrenatural”, resume el bioquímico Juli Peretó, de la Universidad de Valencia.

“Creo que estamos a unos cinco o diez años de crear una protocélula funcional”, sostiene el químico Matthew Powner, del University College de Londres. Su equipo está en la vanguardia del ejército de científicos que tratan de averiguar cómo —a partir de elementos químicos de la Tierra primitiva, como el hidrógeno, el carbono y el azufre— surgió por azar la vida: estructuras con capacidad de copiarse a sí mismas y de automantenerse. Su último avance se publica hoy en la revista Nature.

Durante más de 60 años, los científicos han intentado fabricar péptidos, uno de los ingredientes fundamentales de los seres vivos. Los péptidos son cadenas cortas de aminoácidos, una especie de versión corta de las proteínas. Sin embargo, los investigadores han estado décadas chocándose contra un muro: sus sopas artificiales de agua y aminoácidos no formaban péptidos en el laboratorio. Paradójicamente, el equipo británico ha logrado avanzar dando un paso atrás.

Los tres químicos del University College de Londres —Matthew Powner, Pierre Canavelli y Saidul Islam— han demostrado que los péptidos pudieron surgir en esa Tierra primitiva sin necesidad de aminoácidos ni de fuerzas sobrenaturales. La receta sería una sencilla sopa de agua y aminonitrilos, unos precursores de los aminoácidos que solo requerirían ingredientes presentes en ese ambiente anterior a la vida hace unos 4.000 millones de años, como el ácido sulfhídrico (formado por hidrógeno y azufre) y el ferricianuro (carbono, nitrógeno y hierro). Utilizando una comparación de Juli Peretó, los científicos estaban emperrados en escribir la palabra abc a partir de las letras a, b y c, pero eso no funcionaba en el agua. Powner ha escrito abc juntando los precursores de a, los precursores de b y los precursores de c, sin pasar por las letras a, b y c. Ha formado cadenas de aminoácidos (péptidos) sin emplear aminoácidos.

“Estamos cerca de llegar al fin del principio: sintetizar las moléculas funcionales de la vida. El siguiente paso será integrar estas moléculas en un sistema”, explica Powner, discípulo de John Sutherland, uno de los científicos más respetados en el campo del origen químico de la vida. El maestro es más cauto. “Si pensamos en cómo se construyeron las catedrales, la gente que ponía los cimientos murió mucho antes de que la majestuosa estructura de la catedral fuera visible. Yo estaría orgulloso de ser de los que pusieron los cimientos de una protocélula”, declaró Sutherland en 2015 en una conversación con el propio Peretó publicada en la revista Mètode.

“No estamos lejos, en el sentido conceptual, de crear vida en el laboratorio. La polémica puede estar en qué consideramos que está vivo”, opina Peretó, que no ha participado en el trabajo de Powner. El bioquímico de la Universidad de Valencia advierte de que todavía falta mucho camino hasta la creación de una célula a partir de elementos químicos presentes en la Tierra primitiva. “Otro componente esencial sería la membrana celular y todavía hay pocas propuestas sobre cómo se pudo formar”, subraya.

El investigador Iñaki Ruiz-Trillo, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona, cree que el nuevo estudio es “impresionante”. A su juicio, el trabajo “quizás también podría indicar que unas condiciones adecuadas en la Tierra ya pudieron permitir la formación de péptidos, sin necesidad de pensar en nada que venga de otros sitios”, en referencia a las hipótesis que proponen que algunos ingredientes de la vida llegaron a lomos de meteoritos.

“[El estudio de Powner] no resuelve la cuestión de cómo aparecieron los primeros seres vivos, pero contribuye a allanar el camino para entender lo que pudo ocurrir, que es uno de los mayores desafíos de la biología y de la ciencia en general”, señala el bioquímico Juan Antonio Aguilera, de la Universidad de Granada. “Para algunos, es el mayor desafío”.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

El País

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