Fernando Fischmann

Polímatas y centauros para la innovación

1 Febrero, 2018 / Artículos

De todos los modelos y conceptos existentes en el mundo de la innovación hay tres que destacan por su capacidad para generar novedades. El primero se conoce desde el Renacimiento, cuando la familia Medici y, en concreto, Lorenzo de Medici (Lorenzo el Magnífico) financiaron y apoyaron a investigadores, artistas, arquitectos, científicos y pensadores conectando y creando intersecciones entre disciplinas y culturas. En aquella época Lorenzo provocó, quizás sin ser consciente de ello, una serendipia. Este término define un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Dicha serendipia fue la proposición de una nueva fórmula para la búsqueda de innovaciones, en este caso en las intersecciones de campos, disciplinas y culturas. Otras formas para denominar este efecto son la polinización cruzada o la innovación por hibridación.

El segundo concepto es la innovación abierta, que supone que las ideas innovadoras pueden surgir desde cualquier lugar. Este enfoque resulta interesante cuando las empresas tienen como objetivo colaborar con los socios o cocreadores que tienen un conocimiento complementario de los retos de la innovación. El interés por la innovación abierta se ha disparado en los últimos años. Son cada vez más las empresas que están desarrollando centros corporativos que utilizan la innovación abierta para incubar y acelerar startups internas y externas con el objetivo de innovar en productos, servicios y modelos de negocio, desarrollar tecnologías y, sobre todo, para crear ecosistemas. Trabajar este tipo de innovación es sumamente complejo, ya que requiere de tener una buena capacidad para el pensamiento sistémico, por ejemplo para crear mapas de stakeholders o de actores.

El tercer concepto está relacionado con el crecimiento acelerado de las megatendencias tecnológicas y su convergencia. Este fenómeno se conoce como Ley de convergencia tecnológica según la cual a medida que la tecnología continúe creciendo de forma exponencial, las interacciones entre los diferentes subgrupos de la tecnología crearán oportunidades sumamente interesantes. La biotecnología podría depender de un desarrollo crucial de la inteligencia artificial y un nuevo desarrollo de los sistemas de energía podría depender del diseño de materiales avanzados. Quizás podríamos llamar a esta ley efecto Medici acelerado. Sucede que el auge imparable del interés por el efecto Medici, la innovación abierta y la consecuente apertura de nuevos centros de innovación en las empresas está estrechamente relacionado con el crecimiento acelerado de las megatendencias tecnológicas y su convergencia.

El directivo del siglo XXI está ya inmerso de alguna manera en actividades relacionadas con estos tres factores. En un reciente estudio, realizado por Deusto Business School y 3M, varios investigadores hemos explorado la polimatía y hemos descubierto que está directa o indirectamente relacionada con las tres áreas anteriormente mencionadas. Una persona polímata es una persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanistas. En el estudio se detallan las aportaciones de los distintos tipos de polimatía existentes. Por ejemplo, los polímatas especialistas, que son personas que tendrían conocimientos en muchas áreas y un dominio profundo en una o unas pocas de estas áreas, podrían desarrollar tecnologías para sus áreas de especialización y después las aplicarían a nuevas disciplinas. Un efecto derivado es que, al mismo tiempo, estas personas conseguirían aprender más sobre estas nuevas áreas. Esto puede resultar especialmente interesante para la innovación en la era digital.

Pero por si todo esto no fuera suficientemente complicado para el directivo, en los próximos años, como consecuencia de la automatización, los equipos estarán conformados por personas y máquinas inteligentes. Un ejemplo que conocemos desde hace un par de años es el ajedrez centauro, en el que compiten equipos mixtos de personas y máquinas inteligentes. Los equipos centauros pueden derrotar a cualquier humano o computadora que jueguen solos. Uno de los motivos para que suceda esto, según explicaban investigadores del MIT, es que las computadoras y los humanos tienen formas distintas de procesar la información. Las computadoras están mejor preparadas para identificar patrones provenientes de grandes cantidades de información. Sin embargo, los humanos son buenos entendiendo patrones provenientes de ejemplos con pocas cantidades de información.

Lo que están haciendo el MIT y otras instituciones es crear puentes entre estos dos mundos complementarios, promoviendo la colaboración entre humanos y ordenadores a fin de permitir una toma de decisiones mejorada. En relación a este tema resulta muy interesante el estudio del Institute for the Future y Dell Technologies titulado The Next Era of Human Machine Partnerships. Es decir, en breve trabajaremos en equipos conformados por diversas tipologías de polímatas y máquinas inteligentes operando en complejos ecosistemas internos y externos. Cada vez vamos a necesitar más profesionales que entiendan y puedan aprovechar el efecto Medici, la polimatía y la convergencia tecnológica para desarrollar innovaciones que aporten valor a la sociedad.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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