Fernando Fischmann

Viaje al centro de la innovación china

15 Septiembre, 2014 / Artículos

Si es de los que piensan en China como un gigantesco parque temático de manufactura de bajo coste y dependiente de las innovaciones tecnológicas del exterior, más le vale empezar a cambiar el chip. O lo que se encontrará a medio plazo es un competidor en toda regla capaz de introducir cambios disruptivos en la economía, que habla inglés y usa las mismas estrategias de cualquier sociedad avanzada para innovar. Tómeselo en serio: China ya invierte el 2% de su PIB en I+D+i, y es sólo el comienzo.

El contexto económico

En el Foro Económico Mundial existe una creciente preocupación por la ralentización de la economía china observada en los últimos dos meses. ¿Cuáles son las razones que motivan las dudas de que China pueda alcanzar un crecimiento del 7,5% al final de este año? Son varios los factores que están detrás de esta preocupación. China se resiente de la situación económica en Europa y Estados Unidos, que no demanda la enorme oferta de la poderosa economía china.

«Si occidente no consume, China tendrá problemas para crecer», indica Javier García, fundador de la ‘start up’ Rive Technology, director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante y miembro del consejo de tecnologías emergentes del World Economic Forum (pronto se reubicará en el recién creado consejo de nanotecnología).

García acaba de regresar de un viaje que le ha llevado a tres de los principales centros de investigación del gigante asiático: la Academia China de las Ciencias, la Universidad de Pekín y la Universidad de Tsinghua, conocida como el MIT chino.

El país más poblado del mundo ha intentado solventar los problemas derivados de la ralentización del crecimiento estimulando su demanda interna. Una solución que ha funcionado hasta ahora, pero a su vez ha tenido en consecuencias importantes como una creciente desigualdad social y una enorme burbuja inmobiliaria. El aumento del poder adquisitivo de parte de la población ha provocado un encarecimiento del coste de la vida y del precio de la vivienda, que unido a una sobreurbanización, está produciendo la aparición de ‘desiertos’ urbanísticos. A todo ello se suma el incremento en el coste de la mano de obra en China, lo que ha provocado la aparición de competidores como Vietnam o Camboya, que están capturando parte de la actividad de manufactura del gigante asiático.

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